Morirse, Suicidarse, boicotearse, autodestruirse.
¿Cuantos grandes hombres, grandes mujeres se han suicidado? ¿Cuantos han muerto en la punta de la fama o en el intento por alcanzar el éxito, cuantos han boicoteado su propia vida? No me diga que usted no ha sentido las ganas de suicidarse, de aventarse de una ventana o cortarse las venas, si es alguien “inteligente” podría decir que esto que le digo es una verdadera estupidez, pero si se ha enamorado, si se ha enfermado o alguien cercano a usted, si ha perdido a un ser amado lo va usted a entender, si usted ha vivido una guerra, ha visto la miseria, no lo va a hacer, pero le darán ganas.
En un momento de depresión, de soledad y no de la soledad que alimenta, me refiero a la soledad que mata, que consume, le darán ganas, si está deprimido, con un problema que nunca había vivido, en una jaula de oro, en un cuarto de vecindad o en aquella casa de cartón le darán ganas, pero como nunca lo había vivido, le digo que ese “gran problema” tiene solución, hoy estoy en soledad y es la soledad que alimenta, la soledad que hace crecer a un hombre, que lo hace a uno pensar, reflexionar y querer morirse, suicidarse y renacer, para ser y no parecer, para crecer y no solo envejecer, para obtener sabiduría, alegría y no amargura cada día.
Hoy un día cualquiera he decidido lanzarme al vacío y mientras lo hago veo mi niñez me contemplo en el vientre de mi madre, mi maravillosa madre, aquella que lo mejor que me dio es traerme el mundo, cuidarme hasta que pudiera volar y después aventarme al vacío para emprender mi propio vuelo y surcar mis propios cielos, una madre sin estudios pero muy inteligente, una madre sin lujos pero siempre enseñándome a vestir como rey ¿que madre no ve a sus hijos como tal? Una madre que me enseño a respetar, a sentarme bien en una mesa y que hizo lo mejor que pudo para enseñarme lo mejor que ella podía.
Veo mi juventud, esa juventud que me enseño mucho, que no fue una juventud como la de muchos, mi juventud fue diferente a las chelas, los pomos, las pedas, como ahora le llaman los jóvenes, mi juventud fue de un constante aprendizaje, siempre tuve hambre de ser, de aprender, de conocer, de sobresalír, como aquellos árboles que se distinguen entre tantos árboles en la punta de una montaña, ya sea frondoso o pequeño se distingue a la distancia.
Alimentaba mis sueños, mis anhelos y las ganas de ser mejor, de momento uno piensa en la riqueza, cuando uno la conoce, entonces quiere la verdadera riqueza, esa riqueza que pocos logran conocer, pregúntate cuánto dinero tienes en este momento? Te sientes rico? Podrías comprar un avión, una ciudad o un estadio de futbol?
La respuesta es No! pero aún si la respuesta es positiva, si te enfermaras en este momento y el tratamiento tiene el valor de una ciudad, el avión o el estadio de futbol, darías todo por estar sano, si te enamoraras en este momento dejarías todo por seguir el amor, si tuvieras un sueño dejarías todo por alcanzar ese sueño, si en este momento no tienes paz, calma, armonía en tu vida y tu entorno aun estés en la mansión más grande te preguntarías para que tanto lujo y ¿la riqueza es para ti la suburban, el helicóptero, los dos carros y la casa?
Ya en mis siguientes años aprendí que la salud, el amor y el vivir intensamente, leer, escuchar, es lo más valioso que se puede hacer, el cantar, bailar, correr hasta quedar exhausto, brincar queriendo alcanzar el cielo, el respirar en calma, el sentir como pasa el agua simple por mi garganta, el saborear cada alimento, el distinguir aromas y sabores, el ver esa flor que se atraviesa por mi camino y no había contemplado, el escuchar el canto de los pájaros o aquel concierto de violín en primera fila en la iglesia de tepoztlan únicamente para mi solíto, sentir el calor del sol, mojarte en la lluvia intensa, contemplar la luna y que mejor que ver el amanecer, ahora agrégale a todo esto acompañado de tus hijos, tus padres o el complemento de tu vida, esa persona a la que decidiste amar, pero amar profundamente, no como se ama la mayoría, mediocremente, miedosamente.
Aprendí que amar, es entregarte todo, en cuerpo, alma , espíritu, en mente, ¿hace cuanto no sientes mariposas en el estómago, hace cuanto no se te eriza la piel solo con ver a esa persona a los ojos, hace cuanto no besas y sientes que te elevas al cielo y bajas al mar sin ahogarte, hace cuanto no abrazas amorosamente, apasionadamente, hace cuanto no duermes acurrucado con esa persona, hace cuanto no quieres que se detenga el tiempo y estar acostados sin hablar? amar es pasar hambre con esa persona, pero es tal el amor que basta una salchicha en navidad que te sabe a pavo, es tal el amor que basta un vaso de agua que te sabe al mejor vino blanco si te lo imaginas, amar es tomar de la mano a esa persona y sentirse emperadores simplemente porque van juntos con los dedos entrelazados, no importa donde, no importa cuánto tarde el viaje, lo más importante es viajar juntos, amar es construir un hogar, comprar una casa lo hace cualquiera, pero construir un bello y armonioso hogar, eso solo se logra con un amor puro, amar es no importar si se es de diferentes clases sociales, pues el amor no las tiene, amor no es saber de edades, ni de belleza física, amar es paz, calma, armonía, fuerza, fortaleza, delicadeza, suavidad y estoy seguro que usted agregará más palabras a esta lista y también la reducirá al nombre de una persona.
Agradezco conocer grandes seres humanos, conocer gente sabia que estará con uno siempre, amigos, maestros del alma, guías de vida, aprendí a platicar con cualquier persona y cada una con un tema interesante, pero también he aprendido a alejarme de las mentes pequeñas, aprendí a amar a los animales, a la naturaleza, aprendí a sentir el conocimiento, usted dirá sentir el conocimiento? Claro, cuantas veces no leemos un libro de poesía y no lo sentimos, cuantas veces leemos un libro de motivación y no nos atrevemos a hacer, a sentir la experiencia de lo que ahí nos dicen, eso pasa cuando se tiene hambre de aprender, si quieres aprender te formularas preguntas, te convertirás en niño, hace cuanto no hablas sólo con aquel niño o niña? Hace cuanto no tocas una planta, sientes la brisa del aire y te detienes cierras los ojos y te relajas, la textura de un tronco, una piedra. ¿Desde cuando conoces a alguien que ves en la calle o en tu centro de trabajo y jamás se te ha ocurrido preguntarle su nombre, jamás te has tomado el tiempo de preguntarle cómo esta o como se siente, sin imaginarte que con el solo hecho de mirar a esa persona a los ojos o saludarle por su nombre le puedes cambiar la vida, su entorno o su día?
Aprendí que en la política no hay amigos, hay convenencieros, hipócritas, que en los negocios si se quiere buena parte de la tajada, es simple, hay que ser corrupto, aprendí que puedo comprar presidentes municipales, diputados, senadores, gobernadores y hasta conciencias se pueden comprar, aprendí que hay quienes presúmen de doctorados que se dedican a “arreglarle la vida a los demás” pero su vida es una locura, que no importa si eres Senador, Arquitecto, Maestro, o Doctor Honoris Causa, si dejas de sintonizar con el todo, entonces desarmonizas tu vida y pasas a traer a unos cuantos, aprendí que para no ser infiel es mejor hablar con la verdad, aprendí que si alguien te dice que te ama te lo demuestra, no te lo repite mil veces, te lo demuestra una sola vez, aprendí a darle valor a lo que realmente vale y no dejarte valorar por alguien que aparenta valer, alguna vez te has preguntado ¿si estas en quiebra que harías?
Aprendí a estar en quiebra y a comenzar desde el principio a soltar todo, tener hambre, tener frío, y ahora me río, tienes una alberca y no te metes porque esta fría el agua, cuando no la tienes sueñas con la alberca, cuando no tienes carro, sueñas con el carro para viajar conocer nuevos lugares y te compras un carro a crédito, un carro que no es para tu estilo de vida y después te preocupas pro la gasolina, por la tenencia y otras tantas madres que el sueño de viajar se convierte en preocupación y que prefieres pensar en guardar tu coche en el garaje que en salir a cualquier lado, aprendí que hay quienes dicen les encanta viajar y conocer el mundo pero no conocen la belleza que hay a media hora de sus casa, no se atreven a cambiar del rumbo, de la rutina, aprendí que nos vamos haciendo de rutinas absurdas, te levantas, prendes televisión, te bañas, te apuras, checas cosas y sales volando a trabajar, para seguir la rutina otra vez al otro día, aprendí que nos llenan de rutinas, horarios, para ver el noticiero, para hacer ejercicio, para comer, para vivir, hasta que llegó el momento que me quise morir, pero también aprendí que la vida es tan valiosa que ya no me quiero morir, suicidar, que quiero VIVIR, SENTIR, AMAR, APRENDER, DEJAR TODO, VACIAR LAS MANOS, LA CASA Y REACOMODAR, RE- NACER
JOSE ALBERTO MUJCIA ISLAS
JOSE ALBERTO MUJCIA ISLAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario